Cuando asumí este encargo me comprometí a reformar la Comisión para entablar con ella una mejor y más eficaz defensa de los derechos humanos en México, colocando en el centro el interés de las víctimas. 

Estamos rompiendo inercias, no desmantelando la Comisión sino sentando las bases para hacer de ella lo que siempre debió ser: una auténtica Defensoría del Pueblo.

No ha sido fácil, porque removemos vicios e intereses, pero caminamos firmemente hacia un nuevo modelo de protección y defensa de los derechos humanos que redundará sin duda en una mejor atención a las y los ciudadanos.

Desde que asumí esta tarea, decidí que las puertas de la CNDH se abrían para todas y todos. 

Así ha sido, y así seguirá siendo. 


Porque creemos en el pueblo, y porque mil veces preferible correr el riesgo de que pasen cosas como la toma de instalaciones, que regresar a las instituciones de fachada, que aparentemente “servían al pueblo”, pero que siempre permanecieron cerradas al pueblo.

Estamos en un esfuerzo genuino para atender a los quejosos y a las víctimas con más eficacia. 

Estamos empeñados en mejorar la capacidad de respuesta de la CNDH y esperamos caminar este camino de la mano del pueblo, para fortalecerla.

Que no se dude: frente a los gobiernos, sean federal, estatales o municipales, frente a toda autoridad omisa, estaremos del lado del pueblo, del lado de las víctimas.

Esa es mi misión, y mi único compromiso.


Muchas gracias a todo el personal de la CNDH